Vivimos en una era donde el contenido, la información y las ideas circulan globalmente a una velocidad sin precedentes. Un video viral en Estados Unidos puede convertirse en tendencia en Japón en cuestión de horas, una protesta en Francia puede ser analizada en Latinoamérica y un artista de salsa nacido en Venezuela puede ser escuchado por adolescentes en Alemania. Sin embargo, aunque el acceso a la información es global, la forma en que la interpretamos sigue siendo profundamente local.Suscrito
Consumimos globalmente, pero filtramos localmente
Cada persona interpreta la información a través de su propio filtro cultural, su contexto social y su experiencia personal. Este filtro afecta no solo cómo entendemos los mensajes, sino también cómo los valoramos. Tomemos el caso de la música: un fan japonés puede disfrutar de una canción de salsa de un artista venezolano como Oscar de León sin conocer el contexto social y económico que inspiró su letra. Para él, es solo una buena canción o una pieza de entretenimiento, mientras que para alguien que creció en un entorno similar al del artista, la misma canción puede tener un significado mucho más profundo y personal.
Este fenómeno se amplifica en temas más complejos como la política. En un país, los partidos de “izquierda” y “derecha” pueden tener posturas y valores completamente diferentes a los de otro país, pero muchas veces se les compara como si fueran equivalentes. Lo que en un contexto es considerado un pensamiento progresista, en otro puede ser visto como conservador. Esto lleva a juicios apresurados y malentendidos, donde las personas adoptan opiniones polarizadas sin realmente comprender el contexto original.
El peligro de la desconexión contextual
El problema no es solo que la gente juzga sin contexto, sino que muchas veces ni siquiera son conscientes de que lo hacen. Consumimos contenido global, pero rara vez nos detenemos a preguntarnos: “¿Cuál es la historia detrás de esto?”, “¿En qué contexto fue creado?”, “¿Estoy interpretándolo desde mi realidad o desde la del autor?”. Esta falta de conciencia puede llevar a conflictos innecesarios, percepciones erróneas y divisiones que se basan en interpretaciones superficiales en lugar de en un verdadero entendimiento.
Hacia una percepción más informada
Si queremos navegar este mundo hiperconectado con mayor claridad, es fundamental desarrollar una mentalidad de contextualización. Esto significa reconocer que nuestra percepción está influenciada por nuestro entorno y que lo que es cierto en un lugar puede no serlo en otro. En lugar de reaccionar instintivamente ante la información global, debemos hacer el esfuerzo de comprender el “por qué” detrás de lo que vemos, escuchamos y leemos.
Sabemos que el mundo es más complejo de lo que parece a simple vista. La clave no está solamente en cuánta información consumimos o si es poca o mucha (aunque obviamente influye en el proceso de “digestión” de lo que recibimos), sino en interpretarla con una mente abierta y consciente de los matices que la rodean. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?