Imagínate este escenario: un sábado cualquiera decides que tu sala, tu cuarto o tu estudio/home office necesita un cambio, así que si en tu ciudad hay uno, te vas a IKEA, compras un mueble con un nombre impronunciable y te dispones a armarlo. Cuatro horas, tres discusiones familiares y dos tornillos de menos después, ahí está, aunque ligeramente ladeado, tu nuevo mueble. Y a pesar de todo, ¡lo amas! Ese es el poder del “efecto IKEA”.

Este fenómeno psicológico es más que una simple anécdota; tiene raíces profundas en nuestra mente. Nos encanta sentir que hemos creado algo, que nuestro esfuerzo tiene una manifestación física, nos encanta ver el cierre de un proceso que comienza con una idea. Cuando pasas horas armando un mueble, ese mueble ya no es un objeto ordinario en tu sala: es un testimonio de tu perseverancia y habilidad. Es el mismo caso con un Lego, por ejemplo, que en mi casa ocupan espacios similares a los de las figuritas de porcelana en casa de mi mamá.

Dale poder a tu equipo, y no trabajes de forma aislada: Al igual que tú te sientes orgulloso de tus muebles de IKEA, deja que tu equipo tome proyectos desde cero. La propiedad y la autonomía pueden transformar completamente su compromiso y satisfacción.

Haz preguntas y toma en cuenta las respuestas: Cuando trabajas con un cliente, no es solo que se sienta parte de la solución, es que de verdad lo sea. Pregunta, guíalo hacia las soluciones, recibe sus respuestas e intégralas al proyecto siempre que hagan sentido.

Hazlo personal: Cuando trabajas en un proyecto, ponle tu sello personal. Eso no solo aumentará tu conexión con el proyecto, sino que también mejorará la calidad de tu trabajo.

Celebra los pequeños logros: Cada paso en el proceso de construcción cuenta. Celebra esos pequeños logros, ya que aumentan la motivación y la satisfacción general con el trabajo.

Reflexiona sobre tu trabajo: Después de completar un proyecto, tómate un momento para reflexionar sobre lo que aprendiste y cómo lo hiciste. Yo recomiendo incluso celebrar los pequeños o grandes logros. Esta reflexión puede aumentar el valor que le das a tu trabajo y puede ser un gran impulso para tu crecimiento personal y profesional.

El “efecto IKEA” no tiene que ver exclusivamente con muebles (o con Legos si nos vamos con esa analogía). Es una metáfora de cómo el esfuerzo y la participación directa pueden cambiar nuestra percepción y mejorar nuestra relación con el trabajo y las creaciones. Así que la próxima vez que enfrentes un proyecto desafiante, recuerda esos momentos de lucha con las instrucciones y los tornillos: hay valor en el proceso, no solo en el producto final.


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