Uno de los próximos grandes avances en inteligencia artificial podría sorprenderte: no se trata de mayor precisión, velocidad, o capacidades técnicas, sino de algo mucho más humano. Estamos hablando de la humanización de las comunicaciones. Puede sonar contradictorio que una máquina pueda mejorar la empatía en las interacciones, pero piénsalo un momento. ¿Quién no ha recibido un saludo casi robotizado de un ser humano? Esas interacciones que carecen de calidez suelen ser el resultado de la sobrecarga de trabajo o la falta de entrenamiento adecuado, por citar un par de razones que me vienen a la mente.

En cualquier interacción, ya sea en un establecimiento, un chat de servicio al cliente, por teléfono, o incluso en el autoservicio de una cadena de comida rápida, siempre tengo presente que del otro lado hay un ser humano. Un ser humano que, tal vez, está teniendo un mal día, que posiblemente no gana lo suficiente para cubrir lo básico, o que podría estar lidiando con problemas personales. Cuando recibo esa empatía de vuelta, es un recordatorio de que la humanidad aún prevalece, pero cuando no es así, prefiero no tomarlo personal, mientras no haya agresividad.

Aquí es donde los grandes modelos de lenguaje (LLMs) de la IA pueden hacer una diferencia notable. No solo analizan conversaciones y producen textos que suenan sorprendentemente humanos, sino que también tienen el potencial de hacer que esas interacciones sean más empáticas, menos mecánicas, y más humanas de lo que a veces un ser humano con un guion podría lograr. La IA no solo está para replicar nuestras habilidades, sino también para enseñarnos a reconectar con lo esencial: la empatía en nuestras comunicaciones.

Al final, la verdadera revolución no será solo en cómo hablamos con las máquinas, sino en cómo las máquinas nos ayudarán a hablar mejor entre nosotros. La humanización de la IA pudiera ser el salto que necesitamos para que nuestras interacciones diarias, a veces tan frías y automatizadas, recuperen ese toque humano que tanto añoramos.