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Inteligencia Artificial y el valor de lo auténtico.

Hace unos días vimos como aparecía Sora de OPEN Ai, una herramienta con la que se podrán crear videos cortoos con escenas de gran detalle, con movimientos complejos de cámara y que si no fuera por algunas ocasiones en las que vemos unas manos con más dedos de los que se acostumbran, sería muy dificil distinguir entre realidad y creación digital. Probablemente pensábamos algo similar cuando apareció Photoshop, pero esto es algo que nos hace decir “no creas lo que ven tus ojos”.

Las herramientas de IA, con su capacidad para procesar, analizar y generar a una velocidad y escala mucho mayor a la de los humanos, se han convertido en compañeros indispensables en nuestra jornada diaria. Sin embargo, es crucial recordar que su papel es el de copilotos en este viaje, facilitando nuestras tareas pero sin dictar nuestro destino (eso necesariamente lo tenemos que decidir nosotros).

La autenticidad, esa cualidad intrínsecamente humana de ser genuinos y fieles a nosotros mismos y a nuestros valores, nunca ha sido tan vital. En un entorno saturado de contenido generado por máquinas, mensajes automatizados, autoreplies y decisiones delegadas a algoritmos, la voz humana auténtica resuena con una claridad única. Es esa chispa de individualidad y humanidad lo que nos distingue, lo que hace que nuestras historias, marcas y empresas no solo sean visibles, sino también resonantes y memorables.

Hoy, cuando las empresas dicen que solo en 2024 van a usar herramientas de IA para su relación con clientes en un 320% más que el año pasado (dato de Hootsuite Social Media Consumer 2024 Survey), se hace de vital importancia decir “usamos la IA, pero las decisiones las tomamos nosotros”.

De hecho, el 62% de los consumidores dicen que no van a confiar en contenido completamente generado por IA…si se dan cuenta de ello.

Tomado del Hootsuite Social Media Consumer 2024 Survey

Las herramientas de IA son extraordinariamente útiles, capaces de liberarnos de la monotonía y de amplificar nuestras capacidades creativas y analíticas. Pero, como cualquier herramienta poderosa, deben manejarse con sabiduría y perspectiva. La decisión de la dirección a tomar, los valores a defender y los mensajes a comunicar debe permanecer firmemente en manos humanas. La IA debe servirnos, no definirnos. Debe potenciar nuestra creatividad, no suplantar nuestra esencia.

Siguiendo una de las leyes fundamentales de la robótica, concebida por el visionario Isaac Asimov, estas herramientas deben estar diseñadas para garantizar nuestra seguridad y bienestar, nunca causarnos daño ni permitir que nos hagamos daño. Esta premisa se extiende más allá de lo físico, abarcando nuestro bienestar emocional y ético. En un mundo asistido por la IA, debemos ser diligentes para asegurarnos de que estas herramientas fortalezcan nuestra humanidad, no que la diluyan.

La autenticidad en la era de la IA no es solo una elección; es una necesidad. En la intersección de la tecnología y la humanidad, debemos abrazar nuestras herramientas sin perder de vista lo que nos hace únicos. La IA puede ser nuestro copiloto, pero el curso de nuestro viaje, los valores que elegimos y las historias que contamos deben ser decididamente humanos. Solo así podemos navegar por este nuevo mundo con integridad, construyendo un futuro en el que la tecnología eleva la experiencia humana, en lugar de eclipsarla.

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