“Esta es la verdadera alegría en la vida: ser parte de un propósito que tú mismo reconoces como grandioso; ser una fuerza de la naturaleza en lugar de un pequeño montón febril y egoísta de dolencias y quejas que lamenta que el mundo no se dedique a hacerte feliz.”
–George Bernard Shaw
La vida no es un sendero liso y despejado. A menudo, encontramos piedras en el camino: obstáculos inesperados, planes que no salen como esperábamos y desilusiones que nos desaniman. Sin embargo, como dice George Bernard Shaw, la verdadera alegría en la vida no está en esperar que todo encaje perfectamente, sino en convertirnos en una fuerza de la naturaleza que enfrenta los desafíos con propósito. Ser quien mueve la piedra y aparta el obstáculo del camino. Es ahí donde encontramos las mayores satisfacciones, no en la ausencia de problemas, sino en nuestra capacidad para solucionarlos.
Más allá de las dificultades diarias, es fundamental conservar nuestra esencia, esa chispa que nos hace únicos. Los ideales y la capacidad de asombro son brújulas que nos guían cuando las cosas se complican. No podemos permitir que la lucha nos convierta en cínicos o que el egoísmo de otros apague nuestra luz. Maravillarse con un amanecer, los colores de un atardecer, el aroma de la tierra después de la lluvia o un pan recién horneado nos recuerda que la belleza está en las pequeñas cosas, y que la vida es un constante redescubrimiento.
A veces, las batallas nos desgastan, pero es en esos momentos cuando debemos recordar quiénes somos y por qué seguimos adelante. No se trata solo de alcanzar metas o superar desafíos, sino de disfrutar el proceso y permitir que quienes nos rodean también lo hagan. Nuestra esencia y nuestra manera de enfrentar la vida no solo nos afectan a nosotros; impactan a quienes caminan junto a nosotros. Por eso, es vital no dejarnos cambiar por la maldad o el egoísmo, sino encontrar fuerza en nuestra capacidad de inspirar y construir.
La verdadera magia de la vida está en ese equilibrio: en enfrentar los retos con valentía y propósito, sin dejar de maravillarnos con lo que nos rodea. En ser la persona que no solo aparta la piedra del camino, sino que lo embellece para quienes vienen detrás. Esa es la mayor victoria, y como Shaw señala, la verdadera alegría: ser útiles para algo grande, ser una fuerza que transforma y que no pierde nunca su humanidad.