Ayer me llega una caja, como cada tanto, con unos frascos de vidrio que contienen pasta de ají dulce. Es una pasta no muy espesa, de color naranja muy vivo, y ese sabor, es uno de los más característicos de mi patria.

Saco los frascos, los guardo, veo que en el rotulado hay una silueta del mapa de Venezuela, me sonrío. Busco la Harina PAN y recuerdo aquello de que el hogar es donde hacemos las arepas.

Para los venezolanos, han sido unas semanas duras, (sumadas a 25 años de control del mismo grupo de personas, que ves como destruyen todo y no construyen nada). Han sido semanas de tener mucho autocontrol, de (a veces) hacerte el loco cuando te vienen a explicar tu país y te provoca decir como el representante de Uruguay en la OEA: “no es que 8 millones de venezolanos decidieron irse a hacer turismo por el mundo”.

Y si bien algunos teníamos toda la intención de salir a conquistar el mundo, como Pinky y Cerebro, no estaba en los planes que fuera empujados y perdiendo incluso los derechos ciudadanos.

Esta semana quise comenzar la entrega del newsletter con esta breve nota, agradeciendo la empatía de quienes la han tenido, enviando un abrazo a todos los que luchan por la causa de la libertad y la democracia, donde sea que estén.

Venezuela va a ser libre, lo vamos a lograr. Esta vez es hasta el final.